Relatos

Silencio

Hallar un hueco en el mundo en el que sentirse completa y cómodamente solo, es realmente complicado cuando lo necesitas con desesperación. La propia falta de esperanza es ruido que llega, se asienta y tortura al silencio que esperabas encontrar allí, en ese lugar donde has decidido posar tus huesos. Allí, en el último rincón de la lista de aquellos a los que te habías prometido no querer regresar.

La vida adora su antojo de quebrar silencios

La vida adora su juego de contrastes. Sólo cree realmente bello el llanto, si éste nace del minúsculo espacio que existe entre una sonrisa tímida y una carcajada sincera. No considera totalmente digna la empatía, si ésta no diluye la distancia entre dos seres que deseaban caminar solos, siempre con la mirada baja y siempre con la mente vacía. La vida adora su antojo de quebrar silencios, de alterar los apacibles espacios de sol y brisa endeble.

Vivir es, por ello, enfrentarse al azar que tiende a llenar los huecos calmos, que gusta de romper los lazos firmes, las seguridades, los sosiegos. Y es por eso que la distancia entre las heridas abiertas de mi piel y los cálidos besos sobre tu espalda, está tan terriblemente llena de ruido. Yo, que siempre ansío silencio, te juro que sólo escucho quejidos y estruendo cuando compartimos miradas. A mí, que te prometo que nada más que silencio deseo, me hace sentir como un títere lleno de vida, el que mi mente se agite con la quejumbre que separa las dulces cicatrices de tu piel y el siempre áspero tacto de mi espalda.

Dicen que vivir es recorrer, entre desorientación y torpeza, los senderos no escogidos que mudan silencios por nuevos anhelos y carencias. Yo sólo sé que hallar un hueco en el mundo en el que sentirse completa y cómodamente vivo, es realmente complicado cuando lo necesitas con desesperación. La propia falta de esperanza, creo entender, es ruido que llega, se asienta y tortura el silencio que esperabas encontrar allí, en aquel lugar donde siempre has deseado posar tus huesos. Allí, en el último rincón de la lista de parajes imposibles de alcanzar.

Quizás la vida nunca es silencio y desearlo es como quien anhela la muerte.

Quizás debería levantarme y gritar… algunas mañanas pienso que tal vez tu nombre.

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